El ser humano, tras el trauma de nacer, se crea una barrera protectora (personaje de vida) para sobrevivir de la mejor manera, en un entorno que le es hostil, y sentirse así aceptado y querido en principio por sus padres y luego por el mundo.
Dicho personaje de vida se nutre de los imputs externos que recibe y se construye según la lectura que cada sujeto hace de la misma.
Todos comenzamos nuestras vidas con miedo a lo desconocido y vamos creando, inconscientemente, un personaje que intentamos sostener aún con el riesgo de que nos oprima tanto que lleguemos a creer que nuestro personaje creado es nuestro verdadero SER cuando simplemente es nuestro ego. Aquí empieza el gran conflicto de ¿Quién soy? ¿Somos lo que SOMOS o lo que, por error cognitivo y miedo, hemos ido creando desde la ignorancia de un recién nacido?
En los primeros años de vida la vinculación es nuestro valor más preciado para la supervivencia y para nuestro crecimiento.
Durante nuestra etapa de crecimiento necesitamos crear vínculos afectivos con otras personas que son para nosotros una fuente de seguridad, cuidado, cariño, presencia y aprendizaje personal.
Estás vinculaciones comienzan con nuestros padres o cuidadores y van cambiando al irnos haciendo cada vez más autónomos hasta llegar a la autodependencia y la responsabilidad personal. Vamos actualizando nuestros vínculos según nuestras necesidades hasta llegar a no necesitar a nadie para sobrevivir y poder entonces conservar y disfrutar de nuestras vinculaciones desde la autonomía y la libertad. Podemos responder a nuestras propias necesidades adecuadamente y de acuerdo a nuestras necesidades mentales, emocionales y físicas. Sabemos que no pertenecemos a nadie y que nadie nos pertenece, aunque, sí, nos necesitamos los unos a los otros desde la libertad personal a nivel interno. Vivimos en la interdependencia, somos autónomos interdependientes.
De aquí nacen las personas libres y autónomas frente a las dependientes. Es entonces cuando podemos decir:
Te necesito porque te quiero y no te quiero porque te necesito.
Erich Frömm
Llegan momentos de una mayor conciencia de vida. Vivimos incomodidades que nos indican que algo no funciona en nuestra vida y ésa es la oportunidad de empezar un camino para descubrirnos y conocernos realmente pudiendo hacer una buena integración entre nuestro intelecto, nuestro cuerpo y nuestros sentimientos.
El crecimiento como persona es un camino lleno de cambios, dudas y miedos que no le gustan a nuestro personaje de vida (ego), se encuentra muy cómodo y seguro con los patrones aprendidos desde la infancia, aunque la vida nos lleva a actualizarlos para poder vivir con más conciencia.
Durante esta actualización personal nos encontramos sin suelo que nos sostenga y no sabiendo quienes somos ni hacia dónde vamos, nos replanteamos todo lo vivido. Solo cuando ya tenemos la experiencia del cambio podemos confiar en nosotros y así obtener nuevos patrones para una mayor comodidad.
Hemos de aceptar que siempre vivimos y actuamos desde las capacidades que tenemos en cada etapa de vida, y que estas capacidades las integramos conscientemente en el momento en que podemos asumirlas.
Si no aceptamos los cambios, en los que siempre perdemos y ganamos algo o alguien, se cruzarán en nuestro camino y nos ayudarán a ver que el proceso de vida no es estático, sino dinámico, por lo que si nos resistimos al cambio nos resistimos a vivir.
Vivir el momento presente nos ayuda a actualizarnos y nos lleva a cerrar vivencias pasadas y poder seguir nuestras vidas sin interferencias del pasado. Elaborar pérdidas y ganancias, que cada cambio conlleva, nos ayuda a conocernos y aumenta nuestra autoconfianza para saber esperar con paciencia el futuro ya que nos adaptamos al cambio fácilmente.
Recomendaciones